miércoles, 15 de junio de 2011

Dormirse en el bus

Es inevitable ese cabeceo, esa lucha constante contra los parpados después de salir de una larga jornada de trabajo o estudio, o incluso cuando vas sin ningún tipo de cansancio. El movimiento del bus se hace tan arrullador que es imposible no ceder a sus encantos y cuando menos piensas te encuentras abriendo los ojos, sin saber a que horas fue que los cerraste; pero eso sí, ya despertaste intentarás no volver a quedarte dormido, y otra vez!!! de nuevo abres los ojos con esa sensación de incertidumbre e impotencia al no poder ganarle al sueño. Revisas tus joyas, el bolso, los bolsillos, todo está completo y sabiendo aún del peligro de nuevo te ganan los párpados y así hasta que llegas a tu lugar de destino, sin más remedio que salir desconcertado y con esa sensación de pesadez.

Pero hay también clases de dormidores en buses, están los que pierden todo control cefálico y se pegan en la cabeza con el asiento de adelante, el espaldar, la ventana, incluso hasta puedes sufrir de un golpe leve o severo a la cabeza sin que el bello durmiente que está a tu lado se de cuenta; están los saltarines que al menor frenazo o aceleración brincan en su propia silla con cara de susto; están los bien cómodos que sin preguntar por permisos lo ven a uno como objeto de su comodidad o almohada, y pasa a ser uno extensión de la silla.
Yo por ejemplo, he sido una de cada uno, pero no intencionalmente, es dependiendo del cansancio.

Que clase de dormidor en el bus eres?

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